domingo, 12 de noviembre de 2017

Mi otoño se confiesa a medias

El Retiro, las hojas en el suelo, tomar algo en sitios con ruido porque ya no hay terrazas, hacerse el duro diciendo que no tienes frío, cerrarse un abrigo como James Dean en Broadway, el humo del café, el olor a chimenea, los zapatos de ante, los guantes de piel, las wayfarers en días nublados e incluso con sol, los auriculares soltando música durante cualquier trayecto, la exposición de Picasso (y sobretodo Lautrec) del Thyssen, la exposición permanente del Thyssen (y desear tener 3 días seguidos para no salir de ahí), el brunch de Carmencita Bar, los desayunos del sábado, los periódicos del domingo, entrar y salir de todos los bares de Ponzano,comer en la barra de Sylkar, cenar sentado en La Maquina, los miércoles de cocido, el pan de debajo de mi casa, comprar en el Mercado de Chamberi, cenar lo más cerca de Justicia entresemana, la copa de después en Barbara Ann, el salón del Only You, el Gin Fizz de Cock, los Pimm’s en la terraza de Cappuccino, los Old Fashioned en general, los Bloody Marys de Garbo/Ginger, -hablando de este último- poder volver a cenar con ella, ganarme su mirada, su sonrisa, su compañía, volver al Bernabeu, los martes/miercoles de Champions, el viento frío en la cara mientras corro de arriba a abajo Castellana, mi aprendizaje en Morales, mis entrenos, mis noches sin dormir, las nuevas temporadas de las series, mis amigos, imaginar la playa desierta y recordarla con nostalgia (it’s delicated, but potent), recordar que siempre que estuve en Nueva York fue en esta época y soñar con regresar en no mucho tiempo, mis indispensables de Twitter, algunas stories de Instagram, borrar emails, ir a Apple (y querer llevarme media tienda), conducir con la música alta para poder cantar, ir con prisa a la estación (y a todas partes), sonarle a los de seguridad de la estación, volver cansado a la estación, darle pena al del parking de la estación, comprar entradas para futuros conciertos, apuntarme a nuevos cursos, comprar libros que tardaré en leer, seguir tomando helados, escuchar algún día a Federico, sensibilizarme con Cuartango, añorar al Jabois de El Mundo frente al de El País, el diario de Pablo Mediavilla, los poemas de Luis Alberto de Cuenca, retomar a Houellebecq, volver a ver Casablanca, preguntarme qué fue de Rick después del aeródromo…

Esperar que llegue el invierno para seguir haciendo lo mismo.








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