domingo, 21 de junio de 2020

No es lo mismo:

Hoy puede que sea la primera vez que termine de escribir sobre lo que mil veces empecé y acabé borrando: Madrid. No, no soy guía turístico ni historiador, para algunos un lugar puede suponer la misma vida, así que les pido un poco de comprensión. Empezaré intentando describir lo que significa para mí; la primera vez que vine fue siendo un niño, otro provinciano más que alucinó al ver una Play Station en la habitación de su hotel, ¿cómo podía ser eso? ¡No la tenía ni en casa! Puede que cenase en el Hard Rock de Colón y ya me sintiese todo un protagonista de las pelis que vería entonces, no quiero pensar en la chapa que debí darles a mis amigos cuando volviese al colegio. Años más tarde, cuando tocaba decidir qué carrera estudiar (si, tambien fue una decisión que me costó casi tanto como cuando no sé si comprar Frosties o Chocos, pero a veces la vida sólo puedes escoger una opción), acabé en Madrid. De repente se me abrió todo un espectro de posibilidades, pasé de tener todo compañeros de clase que competían por ver quién se tiraba el pedo más grande a ir a otras aulas con chicas que jamás hubiera imaginado, no pretendo ser frívolo, pero el cambio fue brusco y cuando dejas tu casa y pasas a tener una libertad absoluta, es importante tener la cabeza sobre los hombros, algo que hubiera sido imposible si no hubiera aprendido tanto en Zaragoza. En mis años en Madrid, de los 18 a los 30, en los que nunca terminé de dejar Zaragoza, fui terminando de moldear quién soy ahora. Son los años en los que terminas de crecer (al menos fisicamente), crees que aprendes, te la pegas, aprendes, te enamoras, se desenamoran de ti, vuelves a aprender, te cierras, te abres, esperas que esa cremallera siga funcionando toda la vida… y así vas tirando. 

Podría escribir un libro con los sitios que más me gustan de Madrid, describiendo lo que sería un día perfecto, pero tampoco es cuestión de hacerlo aquí. Me gustaría que alguien llegase hasta el final de esto, incluso yo. Para mi, Madrid es un sitio que tiene que tiene muchas cosas, buenas y malas. Uno intenta quedarse con los que más le gustan, tal vez porque están concebidos por una mentalidad que me entusiasma y motiva bastante. Hace poco me di cuenta cuando a alguien le dije que si volvía definitivamente a Zaragoza, dejaría de boxear. Su respuesta fue automática: hombre, en Zaragoza habrá algún sitio donde puedas seguir boxeando. “No es lo mismo” añadí yo. Más que nada porque a veces te das cuenta que dos cosas por llamarse igual o ser teóricamente lo mismo, no lo son. En ese gimnasio, quizás por con quién he coincidido, he aprendido y me ha ayudado a saber cómo y quién me gustaría ser. De ahí mi respuesta. 
Pero no quiero confundir a nadie, Madrid no es sólo cenar en sitios buenos o ir al Bernabeu, tambien hay gilipollas y muchos, gente deseando saltar sobre ti. La ambición (en el sentido light de la palabra), la incapacidad para rendirse o la intensidad de cómo se vive, si sabe hacerse, son algo que me gusta. Todo eso tambien tiene un límite, lo sé, nadie ha corrido más que yo por metros, cercanías, se ha subido al AVE prácticamente en marcha o sigue sufriendo por no conseguir lo que quería. Tengo un amigo que decía que esta ciudad era NY en versión reducida. En el fondo tiene mucha razón, a veces te hace sentirte como Don Draper en un piso escandalosamente alto de un edificio del Midtown, donde puedes observar el mundo a tu alcance, pero que si te despistas un poco, al día siguiente te manda para casa y te encuentras echándole Vodka al zumo de naranja. 

Zaragoza me da lo que Madrid no. Familia, serenidad, más trabajo (o más cerca), amigos… la mayoría de las cosas más fáciles, baratas o cerca. Cosas que no son baladí, porque estos años las he echado mucho en falta. Pero en la vida hay que terminar de decidirse, Borja. Ya no puedes tomarte los Chocos con Frosties en el mismo tazón. No podemos llevarnos la gente de una ciudad a otra, lo de en medio creo que tampoco vale porque son pueblos de Soria. 

Hoy, en última semana de estado de alarma en España, vuelvo a Madrid, me siento en mi terraza favorita, me pido lo de siempre, porque es lo que me gusta, ya innovaré otro día. Hoy sólo quiero recordar solo. Aclarar pensamientos y sentimientos, para seguir más confuso. Al final me doy cuenta de dos cosas; sigo sin escribir sobre lo que Madrid me hace sentir y que Lennon llevaba razón en eso de que la vida es eso que sucede mientras tú haces tus planes. Yo no los tengo.